Los territorios y comunidades indígenas amazónicas son tierras de refugio y tierras de acogida. En sus bosques se enraízan historias de escape: frente a epidemias mortíferas y frente a opresores terribles. Unas historias son muy profundas, remontando a la exploración de conquistadores españoles en el siglo XVI, y otras más recientes, ligadas a la explotación del caucho a finales del siglo XIX y el trabajo forzado que representaban para los pueblos indígenas. La rubéola y la viruela se expandieron también por la Amazonía sin respetar fronteras nacionales diezmando a pueblos enteros antes de que ningún occidental les visitara por primera vez. Historias dolorosas se cuentan en Colombia, Perú, Bolivia, Brasil, Ecuador, las Guyanas… Si algo podemos decir de los pueblos indígenas amazónicos es que son valientes sobrevivientes. 

La memoria colectiva de muchos pueblos no es ajena a la tragedia de la muerte rápida y difícil de explicar. Y así como antes, hoy habrá gente que razonablemente se interne en la selva para escapar de una epidemia que no pueden controlar si no es aislándose aun más.

Una extraña sensación puede habitarnos al leer el comunicado oficial de prensa N°40 del Ministerio de Salud (Minsa) sobre el coronavirus en Perú. Al 29 de marzo, Iquitos es la ciudad con más contagiados después de Lima, superando al Callao, Lambayeque y Piura. Algunos creen que la cuarentena puesta en práctica en todo el Perú no se respetó mucho en Loreto. ¿Son ciudadanos indisciplinados? ¿O quizás no se hizo un buen esfuerzo de comunicación adaptado al contexto loretano? ¿O quizás esta medida es particularmente difícil de poner en práctica allá? Es difícil saberlo. Pero no lo es comprobar que las condiciones de vida y hábitat son particularmente difíciles allá y no están cambiando: en Iquitos la gente hace la vida en la calle y el hacinamiento en casa es la regla. Muchas viviendas no tienen las condiciones para permanecer en ellas todo el día. Calor, techos deficientes, necesidad de trabajar para comer al día, predominan.

Desde anteayer hay medidas más drásticas de cuarentena en Iquitos. Y entre Iquitos y los ríos que la rodean. Hoy no se deja circular botes y hay controles instalados en los ríos principales. El ministro de Salud ha viajado a la zona, pero esto es, sin duda, una bomba de tiempo.

¿Qué podemos hacer hoy?  

* Hace falta apoyo en nutrición y un real seguimiento en salud integral que permita hacer viable una cuarentena. Si no usamos el tiempo que ganamos para mejorar las condiciones de salud de la gente y del sistema que las acogerá en situación grave, ¿se podrán enfrentar a lo que viene? En Brasil, por ejemplo, los médicos temen que el virus pueda propagarse rápidamente particularmente entre los pueblos indígenas cuyos sistemas inmunes a menudo ya están debilitados por la desnutrición, la hepatitis B, la tuberculosis y la diabetes.

* Hace falta mejorar la comunicación en general y de las recomendaciones científicas en particular. Los mensajes que salen de Lima hacia la Amazonía no se adaptan como deben a un contexto cultural, social y ambiental muy distinto. Además, Iquitos sigue siendo una ciudad con las peores conexiones a Internet, así que la capacidad de informarse por uno mismo, hasta en contextos universitarios, es extremadamente deficiente.

* Se debe mejorar la capacidad de diagnosticar el COVID-19 en la región. Aún hay tiempo. Como no hay diagnóstico, la gente puede enfermar o morir sin saber lo que le ocurre. Esto no es nuevo, y es particularmente trágico en regiones como Loreto, Ucayali o Madre de Dios, donde esto es moneda frecuente.

* Debemos poner atención al momento en que se levante la medida de cuarentena tomando en cuenta a los países fronterizos. Como me lo señalaba el sacerdote agustino Miguel Angel Cárdenas, el contagio de las poblaciones indígenas será inminente. Las grandes y porosas fronteras con países vecinos no ayudan. De momento, Ecuador no puede contener la epidemia. Brasil, con la gestión de Bolsonaro, no colabora en nada con la difícil situación epidemiológica.

Del lado brasileño ya suenan alarmas. El Ministerio de Salud de Brasil dijo el viernes pasado que la epidemia podría extenderse a las comunidades indígenas remotas y vulnerables. Un médico, que no ha sido nombrado, había regresado de vacaciones el 18 de marzo para trabajar con los tikunas, un pueblo de más de 30,000 personas (solo en Brasil) que viven en la parte superior del Amazonas, cerca de las fronteras con Colombia y Perú. Desarrolló fiebre y se aisló, dando positivo al COVID-19 una semana después. Ocho miembros de la comunidad que trató en su primer día de regreso trabajando para el servicio de salud indígena (Sesai) también han sido aislados en sus hogares y están siendo monitoreados, según fuentes oficiales de ese país.

En suma, si la Amazonía había empezado a aparecer en el mapa y se esbozaban políticas que la abordaban de forma integral -con mensajes como el Sínodo Amazónico y avances en la mancomunidad amazónica-, la falta de acción integral en salud puede ser un duro golpe. Con esta pandemia parece volver a posponerse algo tan urgente como mirar a la Amazonía. Que quede claro, políticas integrales enfocadas en la Amazonía no son un lujo. Tienen una utilidad básica. Son muy importantes para incrementar su resiliencia frente a crisis como esta. Que la atención no vuelva a Loreto para lamentarnos sobre un drama recurrente. El Perú puede actuar mejor hoy.


Lecturas recomendadas

https://lacandeladelojo.blogspot.com/2020/03/para-leonardo-telloque-nos-pidio.html?fbclid=IwAR2JIcZphjcVZI8qjJxMp88ePeIVaOM_cwRATMGyrMB-SDpclzooWTGeUcg

https://www.reuters.com/article/us-health-coronavirus-brazil-indigenous-idUSKBN21E3HW?utm_campaign=trueAnthem:%20Trending%20Content&utm_medium=trueAnthem&utm_source=facebook&fbclid=IwAR0wiKB_XmeTfFMHeKhGkoWdsXzl_YFrw1cjc-PF7hNoCyyTuqUxi6oqyI8

https://www.ecoamericas.com/issues/article/2020/2/91292384-2B80-490E-9C3C-03F1F8910F58


Quisiera agradecer al padre Miguel Angel Cardenas por su compromiso y a Makena Ulfe por poner atención en el tema.