Durante la primera semana de la COP26 se tuvo la presencia de jefes de estado que, a diferencia de reuniones pasadas, se dieron cita al inicio de las negociaciones para hacer anuncios públicos de movilización de recursos y comenzar con fuerza el proceso para elevar la ambición de los compromisos legales y en la acción climática.

El sector privado copó titulares de los medios de comunicación luego de que una coalición de bancos, aseguradoras e inversionistas se comprometieran a destinar US$130 miles de millones a la lucha contra el cambio climático. Asimismo, se hicieron anuncios políticos para reducir la deforestación; el gas metano;  proponer inversiones públicas para la sustitución del carbón y promover tecnologías limpias. La declaración de los bosques (muy similar a aquella que fue expresada en el marco de la Asamblea de Naciones Unidas del 2014) fue firmada por empresas y más de 110 países que cuentan con el 85% de los bosques del mundo. 
Las marchas ciudadanas del viernes y sábado en toda la ciudad de Glasgow fue masiva. Pero el acceso a las salas de negociaciones es más limitado que nunca. Esto debido a las medidas sanitarias por la COVID-19, que limitan la capacidad de las salas. La consecuencia de esto es que si hay algún país que prefiere tener posiciones poco progresistas puede bloquear avances y lo hace sin que haya visibilidad, pues los representantes de la sociedad civil (los denominados ‘observadores’) no están allí para seguir el tema.            

Está claro que hay compromisos de financiamiento ambiciosos, pero aún muy indefinidos. Por ello hay que aclarar que estos anuncios políticos son      “informales” y todavía no cuentan con un mecanismo de monitoreo a nivel multilateral.

Esta segunda semana de la convención es clave para definir lo siguiente: terminar las reglas sobre mercados de carbono, un elemento esencial y polémico; discutir el mecanismo financiero para pérdidas y daños, que es clave para los estados insulares y los más afectados por el cambio climático (como Bangladesh, Perú y    Centroamérica). De igual modo, los formatos para provisión de información e incremento de transparencia que permiten unificar los esfuerzos globales; el Plan de asignación de financiamiento de largo plazo, fundamental para las finanzas públicas y la ‘nueva meta de financiamiento’, que se proponen los estados para la acción climática. Todos estos temas son importantes para cumplir con el Acuerdo de París y aumentar las acciones climáticas.

Mecanismos de compensación de emisiones y derechos humanos 

Las reglas para integrar mercados de carbono bajo la convención son muy esperadas. Es particularmente importante tomar en cuenta la agenda de derechos humanos en este punto, ya que será un espacio de movilización financiera importante que se concretará en el terreno. A partir de estos mercados se financiarán proyectos y programas (de infraestructura, plantaciones, energía, conservación etc.) que deben respetar los derechos de posibles poblaciones involucradas y afectadas.

En el artículo 6 del Acuerdo de París, que trata este tema clave, representantes de la sociedad civil y muchos estados pugnan por que se respete la presencia de lenguaje sobre derechos humanos. Estos están presentes en los puntos 6.2, 6.4 y 6.8. En el 6.2 de enfoques cooperativos se menciona que en el primer reporte se debe considerar derechos humanos y en los reportes regulares. 

También en el preámbulo del 6.4 se menciona y se habla de derechos humanos en el diseño de las actividades propuestas para reducir emisiones. Este tema se debería tratar en el registro de la actividad. Para poder diseñarlas correctamente se debe hacer consultas con la ciudadanía  a partir de participación pública. Allí, para respetar los derechos de los pueblos indígenas, haría falta incluir la consulta previa libre e informada. Además, la preocupación que tienen los pueblos indígenas es que el mecanismo de quejas de este mecanismo de mercado no parece ser independiente del grupo supervisor.

Entre los casi 200 países que participan en las negociaciones climáticas hay voluntad de aceptar acuerdos, pero no siempre de mantener la consistencia de estos. Esto ocurre particularmente cuando se dan en esferas distintas. Se avanzan en diferentes espacios de Naciones Unidas (en Ginebra o Nueva York) y otros organismos supranacionales. Hoy se le pide consistencia para tomar una acción climática que respete acuerdos previos en línea con derechos humanos sociales, ambientales y políticos. 

(Foto: Kiara Worth)